La inspiración es muy coqueta. Acepto que a veces las cosas fáciles me han inspirado otras tantas más comunes. Lo que hoy me aparta de esos lugares es la palabra que le es regalada sólo a seres que han establecido su vida en la libertad de elegir dónde vivirla.
Las canciones te hacen llegar a un estado de ánimo, cualquier expresión, pero tenía tiempo que ningún conjunto de palabras y de sintaxis tan perfectas me hacían despertar de nuestras largas conversaciones y emociones.
Los ojos son dos llamas delgadas y potentes, recuerdo cada anécdota y la felicidad de un niño de 4 años, ahí, tatuado en las pupilas. Cómo se puede una resistir a semejante banquete de pensamientos ricos, apetitosos, casi tan exquisitos que de alguna forma han sido guardados en fotografías. En la noche (que puede ser cualquier mañana), detectas las formas, las tan estudiadas líneas femeninas que rodean tu casa, que son como fantasmas, sucubus que penetran cada instante en cada rincón de tu cuarto.
Hoy fui a recoger cada ceniza de las cruces estampadas en la pared, en las cortinas blancas volantes, afuera del cristal de la ventana donde la ciudad era estática y no se suponía la sesión de aquella tarde. Fui a recoger, como los muertos en noviembre, el aroma de los altares elevados donde duermes.
Hay que vivir lo suficiente y rogar porque mi memoria no me traicione, hoy he llenado de plegarias mi almohada pidiendo volver a escucharte, a veces creo que tenemos un cuerpo paralelo que se alimenta de gotas que salen de tu boca, no he muerto de hambre gracias a ti.
¿Cómo una no se puede enamorar? Es imposible evitarlo, pero el enamoramiento es tan flexible que no me sobra, lo que tengo es un constructo de mis ilusiones y tú eres una enorme y tangible. Ya nos veremos para que me sigas platicando, me tome un rico té y escribas sobre mí con letras de plata y gelatina.
La rosa