11 de marzo de 2009

Café Café

El problema no es ponerle sal al café, aunque no suene digerible es posible.
Si de por sí la amargura de la bebida puede considerarse como una cualidad, la sal descompone el sabor y ya no se deleita tanto con ella. Me gusta el café aún sin azúcar, pero demasiada cafeína cae tan pesada que no te deja domir.

Renuncié hace tiempo a la cafeína pura, pero mis adicciones todavía no me sueltan. Poco a poco hay que recortar las hebras, aquí sí no hay imposibles. La sal es un buen catalizador.

No hay comentarios: