14 de junio de 2009

Pizcas

A menudo estoy enferma de muchas cosas. Nunca había sentido este malestar en la yugular. Agradezco la nueva sensación.

Creo que a veces los instantes son potencialmente peligrosos. Cuando algo se ve aumentado exponencialmente, es posible que asuste. En primera instancia sé que el siguiente mes no estaré aquí donde duermo cada noche, y si la cama es la misma, no estaré aquí de todas formas. Si de algo estoy segura es que enfrentaré lo necesario para salir de esto que puede ser denominado como "estrangulamiento espiritual".

Una vez vi una película donde pasaba el poema que pegaré al final en su primera entrega, así, como las amantes la primera noche. La película era justamente lo que necesitaba: "El lado oscuro del corazón", donde este poema de Oliverio Girando me invadió como enfermedad medieval. Hoy me doy cuenta de la necesidad de leerlo de nuevo y de convencerme que no estoy tan loca.

No sé; me importa un pito que las mujeres tengan los senos
como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de
papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que
amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida.

Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el
primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! - y en
esto soy irreductible - no les perdono, bajo ningún pretexto, que no
sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan
seducirme!


1 comentario:

Teo dijo...

Me encanta esa peli compañera.

Saludos y besos